viernes, 17 de diciembre de 2010

Cambiamos de dominio

A partir de ahora, este blog se traslada de servidor, nos mudamos a wordpress: laleydelafuga.wordpress.com . El objetivo: conseguir un formato más dinámico y la intención: ampliar y diversificar la temática y la forma de los contenidos. ¡A ver si lo conseguimos! Ahí va la dirección:

laleydelafuga.wordpress.com .Ca

martes, 14 de diciembre de 2010

España en estado de alarma

Hasta el 13 de enero, España estará oficialmente bajo Estado de alarma. Eso quiere decir que el ejército podría intervenir a la mínima en situaciones de “descontrol”. En democracia, es la primera vez que se aplica. No es de extrañar, puesto que se trata de una medida profundamente anti-democrática e inconstitucional. No tiene sentido una prórroga, pero el miedo del gobierno a un nuevo paro de los controladores –imposible en la práctica- en navidad prima sobre las libertades individuales con las que tanto se llenan la boca cuando llegan épocas electorales. Por otra parte, que no quepa duda de que, con la proclamación del estado de alarma, el gobierno ensaya nuevas prácticas de control y represión social por si en los próximos meses se generara algún otro tipo de protesta sindical grave.

Teniendo en cuenta el desmoronoamiento de los derechos laborales que ha propiciado el Partido Socialista –dejándose llevar por el canto de sirenas de la doctrina neoliberal impuesta por los mercados internacionales del capital- no es de extrañar que se puedan producir conatos de rebelión. Asistimos a una auténtica debacle. El Estado del Bienestar se tambalea y qué duda cabe que asistimos hacia el claro declive de los derechos socio-económicos de los que hasta ahora Europa se vanagloriaba tan ávidamente.

Pero el conflicto con los controladores –a quienes se ha tachado de poco menos que de terroristas- le ha venido bien al gobierno por otra razón. La decisión de privatizar parcialmente los aeropuertos españoles llega en un momento idóneo para ser aplicada, aunque haya que agilizarla rápidamente. No hay mal que por bien no venga. El grupo que aún dirige Zapatero ve como se allana el camino a otorgar la gestión de las terminales a grupos privados, en un clima donde el odio hacia Aena está más en entredicho que nunca. En ese sentido, ¿a qué vino el decretazo que recortaba los derechos laborales de los controladores justo una semana antes al puente de diciembre? ¿Acaso no buscaría el gobierno provocar ligeramente a los controladores para que estallaran?

A tenor de todos esos acontecimientos, es obvio que España es un estado de excepción, que a la torea se salta los derechos humanos cuando los intereses empresariales se mezclan de por medio. Militarizar el espacio aéreo ha sido la gota que colma un vaso de un país que ha perdido el rumbo y se halla en un caos técnico, un KO antes de llegar al primer asalto. El actual gobierno será recordado por muchas cosas, pero a punto está de alcanzar al anterior de Aznar en su exterminio de los valores democráticos . Wikileaks ha demostrado la distancia entre la retórica socialista y la práctica. Da vergüenza ajena escuchar a la actual ministra de exteriores, la infumable Trinidad Jiménez calificando en la intimidad a los líderes sudamericanos de izquierda -elegidos democráticamente en las urnas- de poco menos que de burros e incompetentes. No cabe extrañar que, en ese orden de cosas, el crédito político por parte de la ciudadanía se encuentre en las cotas más bajas de las últimas décadas.

Pero, agárrense, porque lo que viene es todavía peor: la derecha se abre paso en toda Europa, ávida de carne humana, de profundizar en las privatizaciones y de otorgar el poder económico a quienes más sedientos de él están: la alta burguesía, los empresarios, “emprendedores” y los banqueros (qué casualidad, precisamente quienes provocaron la crisis con su política de laissez faire). No hay marcha atrás, nos hallamos en un bucle calamitoso que durará años. Adiós, Europa, adiós.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El Chile de Piñera


Se veía venir. Que en Chile las cárceles se sustentan sobre condiciones inhumanas no es ningún secreto. Como siempre, hace falta que ocurra algún suceso trágico para que la realidad salga a la palestra mediática mundial. Bueno, pues ya lo sabemos. 83 presos han muerto carbonizados en un incendio en un penal de cuyas pésimas instalaciones ya habían alertado algunas voces chilenas. 83 eran también los mineros que quedaron atrapados y cuya resolución feliz todos la conocemos. En aquella ocasión, reinó la concordia. Se trataba un final adecuado para una historia de película. El presidente Sebastián Piñera se congratulaba de las buenas nuevas y se fotografiaba junto a todos y cada uno de los mineros rescatados.

Entre una historia y la otra, solo cambia el final. El origen, sin embargo, es el mismo. La desigualdad social y la injusticia reina en un país que no ha sabido todavía superar la lacra de la dictadura de Pinochet y todo lo que ella representaba. Eligiendo a opciones tan conservadoras como la actual gestión presidencial, el país jamás saldrá del atolladero. Piñera, consagrado magnate y rico en un mundo de pobres, es un acérrimo defensor de la misma filosofía neoliberal que el dictador introdujo en el país de la mano de sus financiadores norteamericanos y, más concretamente, de la Escuela de Chicago -cuna de la doctrina global del shock-.

Que Chile sea presentado en varios medios españoles como la vanguardia de Latinoamérica (se habla del milagro económico chileno) no deja de ser una rémora para comprender la sitaución que vive el país. Es cierto que ha experimentado un crecimiento, al igual que el Brasil de Lula. Sin embargo, a diferencia que en éste, las desigualdades entre ricos y pobres no han hecho más que agudizarse. Las privatizaciones de sectores clave, a la par, no dejan de sucederse y los impuestos a las grandes fortunas, se reducen progresivamente. Es la clave de un modelo que asienta sus pilares sobre la débil condición de los explotados asalariados. Son los mineros que trabajan en condiciones precarias, anclados en medios del siglo pasado. Son también los presos, últimos eslabones olvidados de la cadena del modelo económico chileno. El gasto social estrangulado y los servicios a los más desfavorecidos, inexistentes. Así es el verdadero rostro del neoliberalismo, así es Piñera y así operan las multinacionales en Chile. ¿Hace falta decir que en Europa avanzamos hacia ese mismo modelo? Sin un Estado fuerte y afanosamente intervencionista, las clases subalternas estamos perdidas.

martes, 7 de diciembre de 2010

It's a Biutiful World


Desgarradora, hiperrealista y brillante. La nueva entrega del universo González Iñarritu es una oda contra la indiferencia, un retrato de la fealdad que rodea al mundo moderno más rico y “civilizado”. Biutiful nos muestra una Barcelona que no solemos encontrar en los mapas. Elabora un reportaje magnífico de las cloacas de una ciudad oscura, una jungla de cemento donde conviven fieras salvajes capaces de todo con tal de sobrevivir a su extenuación diaria. La cara oculta de la capital de la vanguardia y la modernidad, la de los excesos frívolos de la alta burguesía que tan bien supo caricaturizar Woody Allen en Vicky, Cristina, Barcelona.

Uxbal es uno de esos animales perdidos en una selva en la que o comes o te comen. No caben las medias tintas. La cinta nos muestra el verdadero rostro de la globalización, alejado de las utópicas y fantasiosas visiones de una Europa unida, que integra a todos sus miembros, cuna del multiculturalismo. Existen varias culturas, eso es verdad, pero su choque es más que evidente. Y, como es la jungla, cada grupo colectivo hace lo posible por sobrevivir. Como en Babel, en esta ocasión Iñarritu nos muestra cómo de interconectadas están nuestras vidas, como pese a ese choque cultural, a esa exclusión que promueve el Estado a través de la represión policial, puede existir un rayo de luz, una esperanza iluminada por la bondad inherente al ser humano.

Uxbal se halla entre la espada y la pared. Ahogado por sus superiores y explotador por accidente de inmigrantes que lo necesitan para sobrevivir. Capitalismo en estado puro. Las clases subalternas, dependientes de los medios de producción –chinos esclavizados, subsaharianos que explotados con el top manta-, la burguesía que se apoya en los substratos de una pirámide que se tambalea pero que nunca termina de ceder. Y en el fondo de ese drama social, de ese retrato de injusticias y déficits democráticos, el desvanecimiento de lo que algunos llegaron a llamar el “sueño europeo”. Visto así, cada vez la Unión Europea se parece menos a Europa –y los valores de la Ilustración que ésta encarnaba- y más a la filosofía estadounidense del darwinismo social.

El sueño americano parece haber comido terreno al europeo y ha terminado por invadirnos merced ese demonio llamado neoliberalismo que lo impregna todo. En un estado bajo mínimos, se impone la ley hobbesiana del más fuerte. Sólo los más capaces sobreviven. No es un mundo para incapaces, para enfermos o para pobres diablos sin ambiciones. Las reglas del juego están sobre la mesa: o las tomas o las dejas y te pudres en una vida mísera. Pero lo cierto es que resulta difícil combinar ese clima inhóspito con las necesidades humanas de seguridad, afecto y estabilidad inherentes a los individuos. Uxbal, como todos los personajes de Iñarritu, es un perro herido, un animal con la sangre hirviente y con un lacerante sentimiento de culpa, que necesita expiar para irse de este mundo lleno de miseria y desolación y adentrarse en otro reino, el de la muerte, que parece mucho más esperanzador al lado de este mundo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Matar al mensajero


Era previsible. La orden de captura que Estados Unidos ha lanzado sobre Julian Assange, fundador de Wikileaks y principal instigador de las filtraciones que están azotando a las instituciones gubernamentales de medio mundo, deja de nuevo en evidencia el tinte autoritario que se esconden tras las políticas internacionales. La consigna dictada por la Interpol es clara: hay que matar al mensajero. Sea como sea. Si es preciso inventar mil mentiras sobre él, se hará, véase la acusación que recae sobre Assange de violación, hecho constantemente desmentido por el activista.

Hoy los noticiarios cuestionaban si este señor es o no es realmente periodista. Confundidos por una acción que no esconde intereses económicos, los profesionales de la información no han sabido muy bien como afrontar este tema. Las que no se entienden son las opiniones de periodistas que cuestionan la legitimidad de la acción de Assange. En realidad, con esa condena sólo pueden esconder una cosa: envidia. La envidia hacia alguien que realmente ha hecho la mayor revelación de la historia del periodismo. Creo que la verdad se halla en esa frase que resume la esencia del “periodismo” : “aquello que alguien en algún lugar está tratando de esconder”.

Assange ha aplicado la máxima a rajatabla. Se ha olvidado de los intereses y los servilismo en los que reinciden diariamente los periodistas “profesionalizados” para ocultar verdades de interés público. Quizás Assange no tenga el título de periodista, pero ni mucho menos lo exime de serlo. Y no sólo eso, sino que su obra constituye toda una bofetada en la cara de aquellos que se hallan aletargados en su profesión, alejados de las tribulaciones existenciales del planeta, de defender los derechos humanos y la verdad; objetivos que ningún periodista puede eludir.

“El señor Assange no es periodista, es anarquista”. Quizás en esa frase, pronunciada por un alto cargo norteamericano, se halle la clave. Quizás hoy los periodistas deban ser anarquistas, revolucionarios dispuestos a salirse de los márgenes de un Estado opaco y opresor en cuanto falta a su obligación de transparencia para con la ciudadanía. Deberíamos tomar ejemplo del activista, de su fundación, que anuncia ahora nuevas revelaciones sobre bancos y grandes empresas, otros entes monstruosos que se han convertido en expertos de la especulación y la ocultación de información pública. Será encarcelado, insinúan incluso que puede ser asesinado, su portal ya ha sido clausurado en varias ocasiones, pero lo que nunca podrán robarnos es el derecho a pedir saber más, conocer lo que se amaga tras la aparente fachada de nuestros gobiernos. Si algo le sucediera, sólo una gran contestación ciudadana haría honor a lo que Assange ha hecho por la ciudadanía en virtud a una máxima ineludible: la dignidad.

martes, 30 de noviembre de 2010

El verdadero rostro de la diplomacia internacional


La filtración de miles de documentos secretos que afectan a la diplomacia estadounidense supone el mayor hito en defensa de la transparencia de la historia. Gracias a Wikileaks tenemos, por primera vez, acceso al verdadero rostro de la geopolítica a nivel mundial. Assange ha desenmascarado la falsedad que subyace en el fondo de las relaciones entre las principales potencias y nos presenta cómo se mueven verdaderamente en el tablero de ajedrez internacional. La política de exterior estadounidense al descubierto, sin ambages. ¿Cuántos defensores de los derechos humanos habíamos soñado con este momento?

Que los embajadores internacionales del país norteamericano ejercieran prácticamente de espías en favor de los intereses estratégicos del país que ahora gobierna Obama no sorprende demasiado. No sucede lo mismo con casos puntuales que conectan las instituciones estadounidenses con un aparato propagandístico inmenso que opera en favor del imperio yanqui. La revelación de que la diplomacia estadounidense afincada en territorio español actuaba en connivencia con la justicia patria con tal de beneficiar a los intereses de la gran potencia causa escalofríos. Que el fiscal del Estado de un país deje boicotear diversos procesos judiciales porque el aliado norteamericano lo pide –con la complicidad del gobierno de Zapatero- no deja de resultar insulso y pone al descubierto la escasa relevancia de España –socavada totalmente en su soberanía- en el panorama global.

En efecto, como muchos ya sospechábamos, las altas instancias de la justicia española tuvieron un papel clave para paralizar el proceso condenatorio contra los tres militares estadounidenses que asesinaron a José Couso en 2003 mientras se encontraba filmando en el Hotel Palestina. Couso es el paradigma de la “libertad de información” que teóricamente promulgan las potencias del bloque occidental. Sometido a una muerte injusta en medio de una guerra injusta y olvidado en los legajos administrativos de la justicia española. En efecto, España deberá responder qué papel tuvo el embajador estadounidense y el fiscal del Estado en el boicot al enjuiciamiento contra los criminales que asesinaron a Couso. Es por asuntos como este por los que la justicia española se ha ganado a pulso, en los últimos años, su deslegitimación más absoluta. Se trata del colmo de la partidización absurda de los jueces y da una buena muestra de que, cuando hay grandes intereses en juego, los derechos humanos se desvanecen en el apartado de los “daños colaterales”. ¿Qué es un Estado de Derecho si la justicia no funciona a derechas?

Igual de mal parados son unos políticos que terminan ganándose a pulso también la desafección cada vez más aguda que les profesamos lxs ciudadanxs. Con las filtraciones queda totalmente demostrado lo bien que dominan el “arte de la mentira” gobernantes de la talla de Rubalcaba. Actuar distintamente de cara a la galería y a la hora de la verdad entra dentro del manual del buen político. De cara a la galería, todos los países miembros de la Unión Europea mostraron su repulsa a Guantánamo. Se avivaron en condenar a viva voz las torturas y la injusticia emanada de la encarcelación de los presos allí arracimados. La opinión pública escuchaba orgullosa esos mensajes de paz y concordia que demostraban que la Unión Europea tenía vocación de convertirse en una gran superpotencia defensora de la legalidad internacional. Nada más lejos de la realidad. Una realidad que nos muestra ahora Wikileaks: ningún país europeo quiso aceptar acoger presos de la cárcel de Bush desinteresadamente.

¿Por qué? Los votantes podrían cabrearse con ellos. Zapatero no fue menos. Convertido en uno de los mayores acicates del gobierno Bush, no dudó en amilanarse a la hora de verdad y ha terminado acogiéndose al mercadeo de los presos que se ha impuesto en todo el mundo: como todo en las relaciones internacionales, ellos también valen dinero. Por cada uno que acogemos, nos hemos embolsado 85.000 euros y las reticencias generadas en toda Europa explican el por qué del retraso del cierre de Guantánamo, otra de las promesas incumplidas (de momento) del presidente Obama. ¿Es esa la justicia y la cooperación que defienden las naciones democráticas europeas de puertas para afuera?

El gran acierto de Assange y su Wikileaks es la valentía con la que ha emprendido una acción que bien se merece todas las distinciones. Sin duda, barrer la suciedad que impregna las relaciones internacionales y volver transparente lo que nuestros mandamases se esfuerzan por mantener en la opacidad, es la mayor labor que se le puede pedir a un periodista.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El derrumbe del Tigre Celta

Los mercados han dictado sentencia. Hay que asesinar al Tigre Celta. El neoliberalismo contempla compungido como la niñita de sus ojos se ha derrumbado, pese al espectacular crecimiento económico que Irlanda deparó en la última década. Los círculos conservadores ponían al país como ejemplo: era un milagro, una consecuencia de dejar al mercado a su libre albedrío, minimizando la función social del Estado. Grandes multinacionales establecieron en la isla sus sucursales europeos: Google, Facebook o Microsoft se han beneficiado del bajísimo impuesto de sociedades establecido en Irlanda.

Pero la burbuja inmobiliara explotó y la onda expansiva ha resultado brutal –mucho más que en España-. En 2008, el gobierno irlandés inyectó 45 mi millones de euros. Una cantidad nada desdeñable, teniendo en cuenta que la población del país a penas alcanza los cuatro millones de personas. Y no ha sido suficiente. Como siempre en estos caso, son los ciudadanos de a pie quienes terminan pagando los platos rotos de “la fiesta” de los grandes tiburones de las finanzas y las enorme compañías. Para atemperar el déficit que estrangulaba al viejo tigre, la Unión Europea y el FMI han dictado el “Plan Nacional e Recuperación”, que se traduce en el despido de 20.000 funcionarios, la reducción de las pensiones, el aumento de la edad de jubilación a los 68 años, unido a una reducción el gasto social, un recorte en un 10% de los sueldos de los funcionarios y, finalmente, incrementar los impuestos, tanto directos como indirectos. Eso sí, la baratísima tasa que pagan las empresas no se toca, no se vayan a cabrear las multinacionales.


¿Realmente saldrá de esta Irlanda?
Cabe dudarlo. La inyección de dinero por parte de la Unión Europea (mejor dicho, de Alemania) será destinada una vez más a las entidades financieras al borde del colapso. Cuesta creer que los costes sociales del ajuste puedan ser reparados en un plazo más o menos extenso de tiempo. No hay duda de que el Estado del Bienestar se tambalea. La corriente neoliberal que impera se frota las manos. Los mercados financieros sin regulación son una cancha libre para brokers sin escrúpulos y especuladores que no dudan en jugar con los fondos de los pensionarios para utilizarlos en su propio interés acumulativo. Las dudas sobre la solvencia de España se disparan y son los principales beneficiarios de ello. Resulta increíble como la soberanía nacional es violada sistemáticamente por el nuevo capitalismo al que nadie ha sabido aplicar las medidas necesarias como para que no se convirtiera en una fiera titánica contra la que nadie es capaz ya de luchar.

Quienes causaron la crisis ahora se benefician de sus resultados. Empresarios, bancos y seguidores del neoliberalismo disponen ahora de un panorama idílico para imponer su ideario. Todos los países devastados por la deuda y los planes de rescate necesitan ser reconstruidos. Ellos provocan el shock y ellos se encargan de privatizar los beneficios de la operación. Y si no, ¿qué intereses aguardan detrás de medidas como la privatización de las pensiones y de otros servicios públicos? Claro está: será la empresa y no los ciudadanos quienes saldrán beneficiados. El sueño europeo, ese que ejercía de adalid de los pueblos del mundo ha muerto. Un fantasma recorre Europa con paso firme y dejando tras de sí un reguero de pobreza y derechos sociales despedazados. Ahora, cada vez estamos más cercanos de semejarnos a Estados Unidos (con lo que ello conlleva) que a un continente próspero y defensor de los derechos humanos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Con los intereses por delante

31 millones de euros. Es la cantidad que España vendió en armas a Marruecos, el mismo país que ahora evita condenar pese a que sus gobernantes tienen manchadas las manos de la sangre derramada por decenas saharauis (a falta de conocer la magnitud real del genocidio). Del derramamiento es responsable el gobierno español, no sólo por evitar condenar los hechos, sino sobre todo porque la tutela del pueblo saharaui sigue estando en nuestras manos, a falta de que la inoperante Naciones Unidas dicte una sentencia tras más de treinta años de deliberación sobre la voluntad de emancipación territorial de los saharauis.

¿Qué intereses tiene Marruecos en el Sáhara? Fosfatos, pesca y petróleo. Lo suficiente para que, a través de un brillante aparato de propaganda, la mayor parte de la ciudadanía marroquí piense en los saharauis como independentistas violentos y radicales. El mismo aparato propagandístico que ahora, en manos del primer ministro de Rabat, cargue contra los medios españoles acusándolos de manipulación mediática. La independencia no casa con los principios inquisidores de la monarquía de Mohamed VI (por cierto, íntimo amigo de Juan Carlos I) y todo intento de informar es llamado “injerencia” por su parte. No ha ocurrido lo mismo con los medios franceses, mucho más serviles con las políticas marroquíes.

¿Qué intereses tiene España con Marruecos? Los suficientes para que Zapatero los superponga a los derechos humanos cuya bandera tanto ha enarbolado a lo largo de sus dos legislaturas. La hipocresía manda entre la gobernanza mundial cuando lo económico se interpone. Las garantías de una política anti-terrorista y la posición estratégica de Marruecos para contener la inmigración subsahariana (muy efectiva en los últimos años con su política de mano dura en las fronteras) son claves en el conflicto. Por otra parte, España es la segunda inversora en el país africano, sólo por detrás de Francia. Con inversiones por valor de más de 238 millones de euros y 800 empresas afincadas en el país, España ejerce un importante control sobre los bancos y las entidades financieras, que controlan el grueso del sector industrial. Entre las multinacionales españolas, destacan Telefónica, el Corte Inglés, Roca o Indo. El miedo a un deterioro de las inversiones tras otro posible conflicto diplomático sume al gobierno español en la neutralidad.

Las horas pasan. La condena no llega y la incertidumbre no cesa, dada la hábil desinformación con la que está dispuesto Marruecos ha invadir el mercado mediático.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Un cuerdo en un mundo de locos



Visita papal. Menos afluencia de la esperada. Declaraciones incendiarias de Benedicto XVI acerca del excesivo laicismo español. Nuestros gobernantes callan como sólo callan quienes esconden un secreto. Un secreto que no es otro que la Ley de Libertad Religiosa, esa que tanto claman las organizaciones cívicas, las que abogan por una verdadera desconexión Iglesia-Estado. Pero la ley está en el cajón de Zapatero, como tantas otros derechos sociales que se han quedado por el camino de su legislatura. Los españolitos estamos hechos unos ateos. Hoy no andamos quemando iglesias y persiguiendo a los curas, como cuando los fascistas se sublevaron aquel julio de 1936, pero casi. Al menos eso es lo que insinúa el santo padre, ex oficial de las SS nazis. Olvida, o parece olvidar, que si de algo se sustenta la corporación eclesiástica en España es de las cuentas públicas: un 93% de su financiación corresponde a los impuestos de la gente de a pie.

El Papa se va y deja tras de sí un reguero de millones públicos destinados a que su visita goce de un colorido acorde a su evangélica visión. Al día siguiente, estalla el conflicto. Otra de las promesas del cajón, la descolonización del Sáhara, un territorio que hierve como una olla a presión y que termina por estallar. Marruecos aprovecha la distracción internacional para deshabilitar por la fuerza el campamento de El Aaiún. Cerrojazo informativo a los medios mundiales –sobre todo españoles, especialmente críticos- y desinformación masiva del gobierno dictatorial marroquí. Se habla de decenas de víctimas saharauis y de una persecución al más puro estilo de la filosofía nazi. La comunidad internacional mira hacia otro lado. Fracasa una vez más la burocracia de la ONU y decepciona España. Trinidad Jiménez tiene las manos manchadas de sangre. Elude la deuda histórica con los territorios saharauis ocupados y, a modo de avestruz, esconde la cabeza bajo el suelo ante las dificultades.

Una vez más, la crisis demuestra que priman los intereses comerciales a los derechos humanos. ¿Cuánto habría tardado el gobierno español en condenar los hechos si provenieran de países como Cuba o Venezuela? Con Marruecos es diferente, pese a que viole sistemáticamente las reglas del juego, se debe ser más permisivo. Hipocresía a raudales. El gobierno no duda en reclamar a la izquierda abertzale una condena rotunda del terrorismo. Sin embargo, cuando se trata de los asuntos propios, todo cambia. La diplomacia ante todo. Y nuestro rey borbón, de safari por Emiratos Árabes. ¿Habrá tenido ocasión para comentar con su amigo Mohammed VI la crisis con el Sáhara?

Volviendo al “problema vasco”. Jamás había visto a un político de la talla de Jesús Eguiguren, presidente del PSOE vasco. En un mundo repleto de corruptelas, hipocresía y escasa transparencia, la aparición de gente como Eguiguren es acogida por escepticismo entre los medios españoles. Es el ejemplo perfecto de oveja descarriada, de disidente lapidado por ejercer la honestidad y los valores que bien quisiéramos para todos los políticos. Pone en evidencia la rígida disciplina de partido –la misma que hace dormitar los jalones de la democracia- y lanza verdades indiscriminadas que salpican los mismos cimientos de la adormecida sociedad. A los medios y al resto de políticos les incómoda su figura. No saben como actuar ante alguien que se aleja del esquema preestablecido, de ese tablero de ajedrez donde cada bando está perfectamente delimitado bajo una etiqueta calramente identificable. Donde los buenos son los buenos y los malos son los malos. En ese mundo, Eguiguren pone rostro a los terroristas, habla con Josu Ternera de asuntos comunes y nos arroja a la cara algo que nos pone la piel de gallina: los terroristas no son esos monstruos deshumanizados que nos mostraban en la tele; son personas, como nosotros, y reconocerlo es un paso fundamental para avanzar hacia la definitiva solución dialogada y consensuada.

Hay que aceptarlo. ETA se acaba. Negarlo es negar una evidencia. Los partidos no pueden pretender seguir manteniendo una tesis de la que han estado sacando rédito electoral durante muchos años. Ahora toca reformar la ley de partidos y dejar entrar a todas las formas democráticas para que compitan en igualdad de condiciones. Algo que, por desgracia, no se da a día de hoy.

martes, 26 de octubre de 2010

Cómo criminalizar la desobediencia civil


Anna, sábado 23 de octubre. Un grupo de jóvenes se convoca a las puertas de un acto institucional del que serán partícipes el presidente de la Generalitat, Francisco Camps y el de la diputación, Alfonso Rus. El secretismo del Partido Popular del municipio entorno a la visita de los dirigentes ofrece un escaso margen de tiempo a los manifestantes para preparar la convocatoria. Al final, sólo un grupo de unos diez jóvenes acude. El PP ha logrado desactivar en parte la protesta. Camps, además, no había comunicado oficialmente su estancia entre la comitiva.

A la movilización se suman indirectamente algunos padres de alumnos de la localidad. El Partido Popular prometió en 2007 la inminente construcción de un colegio largamente reivindicado por la comunidad educativa de Anna durante años. Algunos padres y madres colocan pancartas (poco visibles) frente al acto institucional. La AMPA del colegio Ramón y Cajal ha desestimado como asociación estar presente en la protesta y sólo son dos o tres interesados quienes, a título individual, participan. Da la coincidencia de que la presidente de la AMPA del municipio es, precisamente, edil del PP en la oposición. Como ella, la mayor parte de madres y padres simpatizan con su ideario y deciden no participar para no dejar mal parados a sus ídolos políticos. Alarma el partidismo que preside el mundo de la escuela y sus órganos de gobierno. La nula independencia impide que a los oídos de Camps llegue la reivindicación de los padres y los alumnos, que conviven en un centro con nulas medidas de seguridad.

El grupo de jóvenes protestan contra la futura construcción de un macrovertedero en el adyacente municipio de Llanera de Ranes. El portavoz del Partido Popular asegura que están alentados por el equipo de gobierno de Anna y acusa directamente a un edil de provocar la protesta. La jefa de prensa del PP lanza la misma hipótesis ante los medios. Los jóvenes, sin embargo, se declaran independientes de cualquier organización política, únicamente movidos por una causa que consideran justa, miembros de un colectivo cívico. Pacíficamente despliegan sus pancartas. De manera inmediata, se ven cercados por seis miembros de la policía vestidos de paisano y por el jefe de la Policía local. Éste último les engaña deliberadamente impidiéndoles ejercer su libre derecho a la libertad de expresión y protesta, propio de toda democracia avanzada. Asegura que el jefe del Consell llegará por un lado y les prohíbe desplazarse. Al final, el truco se desvela. Camps acude por el lado contrario.

La policía ha logrado su objetivo. En connivencia con el poder político, criminaliza la desobediencia civil y consigue desarmarla. Camps se va de rositas, evitando cruzarse con los manifestantes. La causa justa se desvanece cuando jóvenes de Nuevas Generaciones increpan a los manifestantes tachándolos de “guarros”, como los fachas llaman a la gente de izquierdas. Son jóvenes de las comarcas que se verán afectadas por el macrovertedero. Jóvenes conservadores que se comportan como tales: no protestando por las injusticias, conformándose con el estado de cosas existente y vistiendo muy correctamente, absolutamente partidistas y de ninguna manera independientes.

Pero el momento estelar llega al final. Alfonso Rus hizo gala de su catálogo de buenas maneras y, sin venir a cuento, lanzó todo tipo de improperios contra los activistas anti-vertedero a su salida del evento. Palabras extremadamente malsonantes, cortes de manga, descalificaciones personales e incluso un amago de agresión. Todo un representante de una buena parte de los valencianos burlándose de los métodos democráticos, de los ciudadanos que le votaron y lanzando por los aires el civismo. ¿Qué hicieron los militantes populares allí congregados? Lejos de condenar a Rus, su líder ideológico y espiritual, su musa, su imagen de poder, lo aplaudieron. Alabaron una actitud tan despreciable que daña los mismos cimientos del Estado democrático español. Jóvenes y ancianos alineados contra gente de su propio pueblo, insultando también, contagiados por la actitud de su bajito dirigente.

Junto a la policía, hay un sector de la población que también criminaliza a los desobedientes. Son conformistas resentidos porque saben que, en el fondo, se identifican con la causa de los que protestan. A la policía le pasará igual. Varios miembros de la Plataforma No al Macrovertedero de Llanera denuncian que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado les tienen totalmente fichados. A alguno le llegaron a preguntar domicilio y situación laboral en una manifestación, sin venir a cuento. A otro, durante la convocatoria del sábado, lo acompañan hasta el baño. Reducen a los desobedientes a la condición de terroristas y, al mismo tiempo, consiguen disuadir a otros potenciales desobedientes que no quieren verse metidos en bases de datos policiales ni enfrentarse a masas conservadoras cargadas de ira contra su inconformismo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Camps visita Anna de incógnito pero no logra esquivar las protestas

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Oficialmente, la visita que Francisco Camps efectuó el sábado al municipio de Anna no existió. Su nombre no figuraba en las convocatorias de prensa que el Partido Popular envió a los medios de comunicación y su participación en el almuerzo junto a Alfonso Rus tan sólo se conocía entre los corrillos de los militantes. En la localidad, le esperaban dos focos de protesta. El primero, el conformado por miembros de la Plataforma No al Macrovertedero de Llanera. El segundo, compuesto por los miembros del AMPA del colegio de la población, que colocaron pancartas frente al edificio donde se celebró la reunión. Censuraban así el retraso en la construcción de un nuevo centro público, prometido por el PP en las elecciones de 2007.

A pesar de no ser oficial, la noticia de la visita de Camps se extendió por el municipio y no evitó que algunos manifestantes se convocaran a las puertas del evento. Una comitiva de activistas esperaba al presidente al frente de una gran pancarta contestataria. Sin embargo, la coordinación de la policía local fue eficaz y permitió que la llegada de Camps no se topara con los manifestantes, de modo que su vehículo tuvo que atravesar varias calles en dirección prohibida para llegar hasta el acto. El coche se detuvo a las puertas del edificio y en un visto y no visto el presidente entró en el recinto, entre los silbidos de los manifestantes concentrados en el exterior. Éstos recibieron insultos, por otra parte, de miembros de las Nuevas Generaciones del Partido Popular.

En el almuerzo de trabajo participaron diversos alcaldes y portavoces del PP de la Canal de Navarrés, junto a más de 300 militantes, el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus y Rafael Blasco, en calidad de coordinador del programa electoral. En un discurso muy crítico, Francisco Camps arremetió contra la remodelación del gobierno de Zapatero. “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, señaló el presidente del PPCV ante sus militantes. “Si cambian de tripulación pero no de capitán, España sigue sin rumbo”, prosiguió. Por su parte, Rus comparó al gobierno con el programa televisivo Gran Hermano: “Los ministros entran y salen, pero el problema, que no es otro que el presidente del Ejecutivo, ahí se queda”, ironizó.

Rus se enfrenta a los manifestantes congregados profiriendo insultos

Miembros de la Plataforma No al Macrovetedero de Llanera censuraron la actitud de Alfonso Rus tras acabar el acto. Según varios testigos del evento, el alcalde de Xàtiva increpó a los activistas empleando graves descalificaciones a la salida del edificio donde se celebró el evento. “Nos ha llamado drogadictos y nos ha hecho varios cortes de mangas”, asegura Jesús, uno de los convocados. “Simplemente le habíamos dicho que queríamos hablar con él, pero entonces se ha vuelto loco, ha perdido el control totalmente y ha hecho amago de venir hacia nosotros”. Así calificaba otro de los manifestantes el suceso, que fue también condenado por miembros del consistorio local.

sábado, 9 de octubre de 2010

Mercaderes del dolor (el lucrativo negocio de las farmacéuticas)



Que la industria farmacéutica mueve billones en el mundo es un hecho (es el tercer sector económico mundial, tras el comercio de armas y el narcotráfico, según Naciones Unidas). Los medicamentos son, al fin y al cabo, bienes de consumo, y como toda empresa en un sistema capitalista, el objetivo de las entidades que distribuyen fármacos es, lógicamente, maximizar sus beneficios. Cuánto más enferma esté la sociedad, más ventas, con lo que no es poco común que se magnifiquen y exageren síndromes con tal de que la demanda de medicamentos crezca. Los gigantes farmacéuticos inyectan hipocondría en la sociedad a través de agresivas campañas publicitarias (destinan el doble en promoción que en investigación) y terminamos atiborrados de pastillas que, en ocasiones, no pasan de ser puros placebos. Son mercaderes que convierten el dolor pasajero en trastorno grave y la salud de millones de personas en un negocio multimillonario.

Como casi siempre, quizás lo peor de todo son las fuertes subvenciones públicas que la industria recibe para la investigación. Unos estudios que, en muchas ocasiones, terminan en esa descarada invención de patologías inexistentes. Una mayor transpariencia es deseable, si no se quiere llegar al extremo de la nacionalización del sector. Lo que resulta escalofriante es que, mientras en el primer mundo gastamos miles de euros en medicinas que curan dolencias que bien podrían curarse solas, con un poco de tolerancia del dolor, millones de personas mueren en los países pobres por meros resfriados y enfermedades de baja peligrosidad aquí, por el hecho de no tener acceso a los fármacos. Es para reflexionar.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Injusta justicia



La sociedad ilustrada tenía el firme compromiso de velar por la justicia igualitaria para todo el mundo, incluyendo las clases tradicionalmente consideradas subalternas. Por supuesto, como en toda sociedad de carácter estamentario y de concentración del poder, el compromiso era en realidad una mera declaración de principios, una de tantas cosas que salen de las bocas de los políticos para mantener contenta y bajo una vida ilusoria a las clases más desfavorecidas. Llegó la sociedad moderna. Y luego la posmoderna. Y la justicia no cambió un ápice. Siguió siendo un mero instrumento controlado y dirigido por el poder para beneficiar a los poderosos.

El Estado Español se ve azotado por numerosos escándalos de corrupción. “Escándalos” que no dejan de ser eso, meras portadas en diarios e informativos que no se traducen en nada tangible. El firme compromiso de la justicia desaparece cuando de juzgar poderosos se trata. ¿Qué ha pasado con Ric Costa, ese superpijo portavoz popular que ha terminado siendo devuelto a su sillita en Les Corts, pese a ser apartado del partido por cohecho? Nada de nada. Lo mismo que pasará con Francisco Camps, pese a estar más que demostrada, con pruebas y conversaciones más que tangibles, su implicación (nada presunta) en la trama Gürtel. Nada sucederá con los detenidos esta semana en Murcia, también del PP (¿casualidad?) por los mismos cargos relacionados con delitos urbanísticos.

Algo pasa cuando el cuerpo policial funciona a las mil maravillas, orquestando brillantes operaciones que descubren las tramas de los que nos gobiernan, pero sus investigaciones no llegan a ningún puerto. Se pierden en un camino que obstaculiza demasiado juzgar a alguien cuando tiene una mínima resonancia política o pública. La politización de la justicia y esa absurda división del TSJ en populares y socialistas no hace más que caminar en ese sentido. Dicen que la democracia y el Estado Moderno se asientan en un pilar fundamental, pero ese pilar ya hace tiempo que se resquebrajó. La democracia muere en los cajones de la burocracia de los juzgados y, mientras tanto, quienes cargan con las consecuencias de todo este berenjenal de chorizos extorsionados no es otro que el pueblo llano. Como siempre. Como en todas las épocas, en todos los siglos.

Y luego llegan las manifestaciones. El pueblo clama contra sus gobernantes. En Zarra, los manifestantes contra el almacén nuclear que el Gobierno les quiere imponer, han sido denunciados por la policía por “obstrucción del tráfico”. Quedaron marcados por una justicia que no se sabe muy bien a quién sirve, y ahora, humillados y escarmentados para lo que queda de manifestaciones. Lo mismo ha ocurrido con el caso del Cabanyal. La policía nacional al servicio del señor delegado del Gobierno fue quien aporreó a decenas de manifestantes que, pacíficamente, realizaban una sentada para paralizar los polémicos derribos. Moretones y palo a raudales. Sin embargo, ahora los denunciados y condenados no son los azules, sino los propios vecinos. A la otra se lo pensarán dos veces antes de protestar para que no derriben sus viviendas.

Es entonces cuando, comparando a unos malhechores con otros, los que cumplen condena con los que se libran, te das cuenta de que algo falla. ¿No te ha pasado?

martes, 14 de septiembre de 2010

La mala educación



Embarcado en su particular odisea medieval, el Arzobispado de Valencia ha tenido la brillante ocurrencia de elaborar un programa de “educación” sexual para alumnos de 5 a 14 años. Aunque suene a broma, el proyecto se llama “Saber Amar Básico Escolar” (SABE) y consta de 18 sesiones de 90 minutos cada una (tranquilos, de momento no hay electroshock).

Tampoco hay sorpresas. La jerarquía eclesiástica se mantiene en la misma concepción de la sexualidad que en los tiempos en los que tenían algún poder en la sociedad. El dogma es el dogma y las viejas consignas, aunque huelan a carroña, no varían. La homosexualidad se define en el programa como una “disfunción” y la masturbación como pecado mortal. El aborto es un asesinato y los preservativos, una vía hacia la lujuria. Se prevé que Osoro anuncie una línea de moda de cinturones de castidad en los próximos días.

Los líderes de la Iglesia todavía no han podido asumir el despertar sexual de la sociedad. La sexualidad ya hace tiempo que dejó de vincularse únicamente al acto reproductivo, pese a quien le pese. Pero eso del goce terrenal a ellos no les va: prefieren el sufrimiento en vida para disfrutar después de muerto (parece que ven el proceso de la descomposición cadavérica como una fiesta). El medioevo ya hace tiempo que expiró, y la ciencia ha desmontado los viejos mitos –basados en el miedo y la ignorancia- que propugnan los empresarios eclesiásticos. Ni la masturbación decapita a los adolescentes ni la homosexualidad es ninguna enfermedad. Pero el saber no siempre triunfa y aquellos que abominan de Darwin pueden ser los mismos que adoctrinen a nuestros hijos prohibiéndoles los anticonceptivos. Y es que parece ser que a la cúpula del Arzobispado no llegan los periódicos. Un dato, monseñor Osoro: el Sida mata al año a más de un millón de personas. Tómenlo en cuenta para su programa.

viernes, 13 de agosto de 2010

Generación precaria

(Publicado en Levante-EMV, edición La Costera-LA Canal)

Cuando iba al instituto, había un monstruo invisible que, de vez en cuando, se presentaba en clase y secuestraba a alguien para siempre. Le llamaban INEM y sus hurtos constantes dejaron al final a pocos con vida. Cuando oíamos que alguien había dejado las clases para “apuntarse en el paro”, un escalofrío nos recorría el cuerpo. Hoy comprendemos más ese miedo y qué es la escuela en realidad: un sistema de reciclaje que separa a los disciplinados de los incapaces de seguir un temario. Los primeros son los que pasan las pruebas que se van presentado, en forma de exámenes. Los segundos, los que no han podido aplicarse al orden monótono y aburrido de las clases y tienen que buscarse por sí mismo las habichuelas. Selección natural, lo llaman.

Su destino es otro estercolero: el paro. Un monstruo hoy más explícito que nunca y que se ceba especialmente con los jóvenes (tengan o no carrera). Podría citar a decenas de amigos de un círculo cercano que se hallan inmersos en esa espiral depredadora que llaman “desempleo de larga duración”. Tiran hacia delante como pueden, aunque es difícil en una sociedad que llama silenciosamente inútiles a quienes no tienen trabajo. Y no seamos ingenuos: culpar al actual gobierno puede desahogar la rabia, pero olvidamos que él es un siervo más de las verdaderas leyes que dominan el mundo: las del libre mercado. En la época de la globalización, quienes deciden nuestro presente son los mercados financieros, el FMI y ese animal depredador que llaman neoliberalismo.

Ya hace tiempo que los jóvenes sufrimos la cruel precariedad laboral, por las decisiones que un día tomaron gente como Tatcher o Reagan, y que sirvieron como precedentes para marcar toda una era de injusta dominación empresarial sobre las clases trabajadoras. Ellos tuvieron ideas como la flexibilidad laboral, los trabajos temporales o la precariedad salarial, hoy en día más en boga que nunca. Fueron los creadores de “la generación ni-ni”: una estela de jóvenes zombis sin cerebro, incapaces de encontrar estabilidad por los continuos bandazos del empleo al paro que sufren. A diferencia de nuestros padres, no tendremos nunca ni un hogar ni un empleo duraderos, y nos vemos atrapados en la dinámica de cambios acelerados que marcan la agitada locura en que se ha convertido nuestro tiempo. Perdidos, desamparados, sin capacidad de soñar con un futuro que nunca existirá, nos convertimos en carne de cañón para la rebeldía. Otro asunto es cómo cada uno sepa o quiera canalizarla.

viernes, 6 de agosto de 2010

Això ho pague jo!

La crisis abre la veda para que el populismo más rancio y deslavazado domine en las decisiones de ciertos gobernantes. El pan y el circo que promulgaban los emperadores romanos se hace sentir sobre todo ahora que llegan los festejos de ciudades como Xàtiva o Ontinyent. La diputación ya hace tiempo que puso en liza su maquinaria propagandística para poder sacar partido electoralista a absolutamente todo. A su frente, el que no debe ser nombrado, un hombre que adora los espectáculos y los baños de masas, que no conoce la austeridad.

Por eso, como amo y señor de lo regne, no ha permitido que la Fira de Xàtiva sufra recortes. El vulgo se tiene que entretener con algo y pensar menos en la crisis. Tranquilos, él lo paga todo, se hace cargo. No contento con eso, el que no debe ser nombrado nos ha devuelto una identidad que los valencianos creíamos perdida: la que otorga la ruta del bacalao, el culto al techno y el al éxtasis y la adoración de Ximo Bayo como genio musical. Pura cultura popular. El espectáculo Sona la Dipu DJ ha llegado para quedarse, tanto en Xàtiva como en Ontinyent, donde además se convierte en uno de los actos principales para las noches de Moros y Cristianos. Quizás nos suenen de algo los orígenes de esta macrodiscomóvil. Repasemos escándalos relacionados, aparecidos en la prensa: el arranque del concurso provincial costó 258.000 euros. 8.000 costaron las gogós y 7.000 una barra libre para gente vip. Las cifras se incrementarán para la segunda edición del concurso, que presupuesta 350.000 euros más que la primera.

El presidente de La Dipu se cree que, al final, todo se reduce al anuncio de esa tarjeta de crédito: que la gente se divierta, para él, no tiene precio. Lo mismo ocurre con el concurso de grupos organizado por el mismo órgano. Bisbal costará 200.000 euros en el único concierto de la gira Sona la Dipu que hay que pagar entrada. Con esta brillante fórmula, el órgano provincial efectúa promoción interna al mismo tiempo que profundiza interesadamente en las consecuencias que para el PP tiene la actual crisis económica. Es una magnífica forma de promoción interna. Lejos están los festejos actuales de su origen popular y los ciudadanos pintamos cada vez menos en su organización. Los gobernantes manejan el dinero y, con él, atraen el poder de decisión. Pero hay que ser conscientes de que cuando Rus clama el això ho pague jo! sepamos que a quienes se les resienten los bolsillos es a los ciudadanos de a pie.

Lo que también pagamos son las corridas de toros.500 millones de las arcas públicas se destinan anualmente a sostener la industria de la tauromaquia. De ahí que la prohibición sea racional.

miércoles, 28 de julio de 2010

Hasta que no quede nada

El pasado lunes nos enterábamos a través de este diario de la destrucción de 160 hectáreas de monte adulto en un paraje de Muela de Cortes, en Bicorp. Los mismos que lo declararon Lugar de Interés Comunitario han destinado 1,2 millones de euros públicos a la tala indiscriminada de decenas de pinos sin ninguna causa aparentemente justificada. Culpables son tanto la Generalitat como el Gobierno Central, aunque eso poco importa, puesto que nadie podrá ya recuperar la gran biodiversidad del territorio. Totalmente asolada, la zona se halla ahora desprotegida y sujeta a una terrible erosión. La antaño frondosa vegetación ha sido desteñida para dejar paso a un panorama yermo, donde la fauna ya no tiene cabida.

Como explicaba hace unos días en esta misma sección José Vicente Alifa, pionero del ecologismo en Xàtiva, la dejadez y la mala coordinación están conduciendo al progresivo abandono de muchas áreas naturales de nuestras comarcas. Varios manantiales han desaparecido en la zona de Alboi y las antiguas sendas se vuelven impracticables por el descenso de excursionistas preocupados por el entorno. En Enguera, los ecologistas de Adene llevan tiempo denunciando que no se cumplen las medidas de limpieza prometidas en la sierra de la localidad, necesarias para prevenir incendios. La asociación hace lo que puede, pero es difícil, teniendo en cuenta que este año han visto reducida a la mitad la subvención del ayuntamiento, por motivos ideológicos.

Cuesta imaginar cómo será el panorama en el futuro. El ser humano es una plaga sobre el planeta, que extingue poco a poco sus recursos naturales. ¿Qué legado dejaremos a nuestros hijos, a este paso? Lo que no destruyen los incendios forestales, tan temidos en estas épocas del año, lo arrasan los gobiernos, con su codicia y su escasa preocupación por el medio ambiente, en el que sólo piensan cuando pueden extraer algún tipo de rédito electoral. Ya lo vaticinó el célebre ex presidente norteamericano, George W. Bush: «La mejor manera de acabar con los incendios es eliminar los árboles». Así será. Hasta que no quede nada.

martes, 20 de julio de 2010

La música en peligro

Dicen los más avezados que corren malos tiempos para la música. Dicen que el Consell ha recortado la mitad de las ayudas que antes otorgaba a las escuelas de educandos. Dicen que hay que apretarse el cinturón, que ahora toca austeridad. Las sociedades musicales se ahogan económicamente. Las de los pueblos más pequeños se ven incapaces de subsistir a largo plazo, y temen por que las canteras de jóvenes músicos desaparezcan.

Dicen que la educación musical se convertirá en un producto elitista al alcance de unos pocos afortunados, si la cosa prosigue así. Que el 70% de los docentes perderá el empleo en los próximos años. Que un valor tan intrínsecamente local e identitario para nuestras comarcas (dicen) podría verse muy minado. Otros, sin embargo, excusan la actitud de la conselleria: explican que no queda otro remedio, instan a los padres a “arrimar el hombro”. Lo que no dicen es que, mientras las bandas agonizan, la Generalitat destina 46,3 millones de euros para salvar la deuda histórica que mantiene Canal 9 –ese ente “público” cuyos directivos cobran más que Zapatero o Camps y que dispone de fondos para televisar la Fórmula 1, pero no para transmitir las actuaciones de los cantautores autóctonos-.

No hay futuro para las escuelas de música. Afrontan un negro horizonte si quieren cuadrar las cuentas ofreciendo el mismo servicio que antes. Una labor que no es otra que la de formar ciudadanos, educándolos en el sano conocimiento que proporciona la música. El cultivo musical dota al niño de una sensibilidad que ningún otro arte es capaz de transmitir. Otra cosa sería que, entre los intereses de nuestros gobernantes, no estuviera el de fomentar el civismo ciudadano. Quizás, como dicen las malas lenguas, les importe más que no pensemos por nosotros mismos, que asintamos y callemos. Y de ahí que deterioren a base de bien la educación pública. La pregunta es: ¿nos dejaremos amordazar?

jueves, 15 de julio de 2010

Los héroes sin rostro

Ganó España el Mundial y por momentos el júbilo nos devolvió una felicidad que muchos creían perdida. El pesismismo español se evapora y unos héroes con rostros de futbolistas y sueldos millonarios salieron de Sudáfrica con el botín prometido. Parece mentira que, para olvidarnos de la crisis, necesitemos a once tipos en pantalón corto que cobran lo que no está escrito. Pero, en fin, así es el mundo: ellos se llevan la prima millonaria, y nosotros somos los primos que seguimos cargando con el desempleo.

Me había prometido no ser un aguafiestas. Es difícil, sobre todo después de lo que han vivido en Navarrés este fin de semana. Como la selección española, María José Such visitó un país del Tercer Mundo. Pero a diferencia de los jugadores de «La Roja» no salió de allí con ningún trofeo. Fue a ayudar, a aportar esfuerzo sobre la pobreza inhumana que asola muchas zonas de Perú. Y lo cobró con su propia vida. A la desesperación familiar se ha tenido que sumar un error que llevó a intercambiar su cuerpo con el de otra cooperante. Indignación, nervios, incertidumbre. Todo el pueblo volcado con una de sus vecinas más queridas.

Como María José, decenas de jóvenes deciden dedicar sus vacaciones al turismo solidario. Podrían irse a Ibiza, o simplemente visitar la parte rica de algún país empobrecido, pegarse la fiesta, hacer cuatro fotos y volver como si nada. Pero no. Dedican su tiempo libre a trabajar contra la injusticia que azota el mundo y tratar de devolver la dignidad a unos niños que nunca conocieron su significado. Otros jóvenes, desde nuestras comarcas, cuidan de aquellos que lo necesitan. Aunque trabajen de manera precaria y no reciban las ayudas prometidas por los gobiernos (¿cuántas personas siguen esperando que se aplique la Ley de Dependencia?), se sacrifican por los desamparados, ya sean niños sin familia, ancianos o discapacitados.

Los verdaderoe héroes no tienen rostro. Educadores, trabajadores sociales, voluntarios que ponen su vida en peligro por pura solidaridad. Rescatan un valor que creíamos perdido aquí, en el Primer Mundo, donde reinan la avaricia y el egoísmo descarnado.

lunes, 28 de junio de 2010

Un modelo educativo revolucionario que se topó con el Consell



Virgilio Perona, ex director del colegio público Eduardo López Palop de Enguera, ensayó, durante los veinte años que duró su gestión, un modelo educativo diferente, a través de un punto de vista innovador a la hora de entender la enseñanza. Durante años, su éxito estuvo avalado por la Conselleria de Educación. Su dirección había aupado al colegio de Enguera hasta los primeros puestos –en todos los sentidos- en la clasificación de centros públicos del territorio valenciano. Varios premios secundaban el modelo.

Destacaban galardones por la labor del colegio en materia de integración (entre sus alumnos brilla una multiculturalidad apabullante, no reñida con los buenos resultados académicos), pero también otras recompensas en materia de innovación tecnológica. Se trataba de uno de los pocos centros que cuentan con pizarras digitales e Internet en todas sus aulas. Una revolución en toda regla que se explica por otro hecho novedoso en el funcionamiento de los centros públicos: la autogestión financiera parcial.

En ese sentido, la constitución del AMPA del colegio en empresa le valía para poder gestionar totalmente el servicio de comedor, lo que derivaba en un abaratamiento de costes (con el consecuente aumento de la demanda) y, además, era una fuente de ingresos extra para el centro, puesto que lo ganado se quedaba íntegramente en él, gracias al esfuerzo desinteresado de las madres y padres de los alumnos y las alumnas. La disposición de esos fondos suponía un agravio frente a los cada vez más precarios presupuestos que los gobiernos otorgan al campo educativo (tan sólo en la II República el gasto en educación era superior a lo destinado al ejército).

Otra clave del «modelo Perona» era la dirección colegiada. Frente al autoritarismo de algunos cargos directivos, a los que se les sube el poder a la cabeza y se erigen en auténticos titiriteros con sus subalternos, el colegio de Enguera práctico, durante años, una gestión donde la toma de decisiones recaía en el Consejo Escolar, auténtico órgano de representatividad. Algunas de esas decisiones son las que hoy le cuestan el puesto al ex director, lo que no deja de ser sorprendente, teniendo en cuenta que todas ellas se efectuaron de manera absolutamente democrática.

Pero la democracia parece no ser una prioridad para el Consell y el gobierno valenciano. De hecho, a Perona lo sustituyeron el año pasado por Susana Ruiz, hija de un concejal de Bicorp y sin la experiencia necesaria como docente como para obtener el puesto. A la ilegalidad y arbitrariedad de su elección se suman la negativa del propio Consell a la petición que ejercitaron algunos profesores del C.P. Eduardo Palop para que se celebraran elecciones en el centro, tras la marcha de Perona. «La nueva directora tiene un mandato irrevocable de 4 años», respondieron. Autoritarismo en estado puro.

La actividad del colegio bajo la batuta del ahora ex director era frenética. Ante la pasividad de las autoridades políticas a la hora de mejorar desperfectos o efectuar obras para mejorar las infraestructuras del centro, el Consejo Escolar optaba por solucionarlo por la vía rápida, eliminando burocracias y siendo decisor de su propio destino. Esa autogobernabilidad, unida al hecho de que se manejara tanto dinero en el centro (aunque de manera lícita) sacó los colores al Ayuntamiento de Enguera y a la Generalitat (ambos controlados por el PP). Perona tuvo encontronazos con el alcalde de la localidad, motivo suficiente para que éste efectuara la pertinaz llamada de atención al Consell, que comenzó a mirar de otra manera, y bajo lupa, el funcionamiento del colegio.

Y así, pese a que en 20 años ningún inspector había puesto en duda la dirección de Virgilio Perona, un día se vio de patitas en la calle. Una decisión externa, opuesta y ajena a la opinión del Consejo Escolar, favorable a su continuidad en todo momento. Ahora, el Consell ya ha anunciado que el AMPA no podrá seguir siendo quien gestione el comedor. Una empresa privada lo hará, con los costes adicionales que ello conlleva. De nuevo, volverá la precariedad de medios y la dejación institucional para con la educación pública.

La historia de Perona es la de un éxito que se topó con las fronteras ideológicas y burocráticas del Estado (ese que llaman “de Derecho”). En ese sentido, su caso es un ejemplo perfecto de lo que el mismísimo Kafka quiso transmitir con El Proceso. El prestigio de la gestión del ex director no lo salvó cuando el Consell decidió que ya era hora de cortarle las alas. Y así, se convirtió en un ángel caído, arrastrando a sus espaldas una condena “ejemplar”: 18 meses de inhabilitación por sus “graves faltas”, todas ellas cometidas entre 2006 (cuando tuvo el encontronazo con el ayuntamiento) y 2009. ¿Casualidad?

Pese a que nadie duda de la honradez que caracterizó el rumbo del centro durante años, ahora las autoridades citan casos concretos en los que se fue contra la legalidad. Quizás, eso nos debería llevar a cuestionarnos si es cierto que al sistema actual (y más en concreto, a las fuerzas de la derecha) le interesa realmente el buen funcionamiento de lo público, o si, por el contrario, en virtud a ese auge neoliberal entre las autoridades, tan sólo ven virtud en el enriquecimiento monetario, despreciando otro tipo de riqueza, la que nos da la diversidad y el conocimiento. Porque de lo que no cabe duda es de que en Enguera lo público triunfó (con los padres implicados en las decisiones del centro y en la marcha del comedor), pero triunfó de tal manera que podía llevar a cuestionar otros modelos que se nos presentan como comunes, pero que sin duda están marcados por un carácter anti-democrático y exclusor.

domingo, 20 de junio de 2010

Millares y la decadencia de los pueblos

Millares es un pueblo sin suerte. En los años 80 parecía un lugar con un futuro esperanzador y una economía en plena vitalidad. Tres acontecimientos terminarían con esa perspectiva halagüeña y precipitarían el descenso de la localidad hacia los infiernos. El declive comenzó en 1992, cuando cerró la fábrica que los hermanos Sáez Merino habían establecido allí en los años 40, constituyendo durante años la mayor fuente de estabilidad económica para sus vecinos. 200 de ellos se quedaron de buenas a primeras en la calle, y sin una perspectiva de futuro. Y, teniendo en cuenta que la población entonces no alcanzaba los 800 vecinos, uno puede hacerse una idea de la magnitud del suceso.

Dos años más tarde, en 1994, la mala racha del municipio continuó. Un brutal incendio asoló sus inmediaciones y siete habitantes perdieron la vida. El choque moral y emocional fue tan grande que agravó la situación de emigración puesta en marcha a principios de la década. El tercer acontecimiento del que hacíamos mención para explicar la decadencia de Millares es otra crisis, la de las granjas de conejos. En 2000, había 24 explotaciones cunícolas. Hoy sólo tres sobreviven. Causantes son las penurias del sector y un mercado que determina unos precios demasiado bajos como para garantizar estabilidad. 21 familias volvieron a quedarse sin empleo. Tres sucesos que explican por qué Millares se está convirtiendo en un pueblo fantasma, ante la dejadez institucional: hoy tan sólo sobreviven allí 300 vecinos diariamente.

Ahora los vecinos de Millares –como los de muchos otros municipios- ven con recelo la nueva ley promovida por el Consell, que pretende fusiones entre municipios de menos de 500 habitantes, con la intención de que éstos se integren en otros más grandes. Dicen los ideólogos de esta medida que los pueblos pequeños «no son rentables». La solución, desarticular toda su estructura jurídica y administrativa y profundizar más en su desaparición. Los vecinos de la mayoría de estos municipios no sólo se oponen a la propuesta, sino que cargan contra las autoridades autonómicas y estatales, porque son ellas verdaderamente quienes han promovido su desaparición, con su continua dejadez.

Desatendiendo los intereses rurales, haciendo caso omiso al desmoronamiento de las actividades productivas de lugares como Millares, y no promoviendo trabajos tradicionales que pudieran haber sido una dinamización en tiempos de crisis. Agricultores y ganaderos se quejan, así, de que ya no son tenidos en cuenta. Marginados totalmente, se ven condenados a un ostracismo imposible de sobrellevar, por la carencia de subvenciones. Y así, son muchos los municipios que no pueden sobrevivir, sin ningún tipo de actividad económica a la que acogerse.

El resultado final de todo el proceso es intencionado y promovido desde las instituciones: la urbanización de lo rural. El pueblo, unidad básica de funcionamiento y núcleo feliz de vida para miles de personas, no es rentable, hay que buscar nuevas formas de ordenamiento, aseguran. Lo bueno son las grandes ciudades, a las que asociamos el modernismo y lo cosmopolita, dicen. El pueblo, sin embargo, queda visto como un símbolo de atraso y pobreza.

Ese pensamiento cala profundamente en la población, y también en las autoridades. El consumo, la rentabilidad, está en los grandes núcleos poblacionales, en los que sin embargo, muchos nos sentimos perdidos, confundidos, solitarios. No se trata de contraponer las virtudes de los pueblos con las de las ciudades, pero lo que está muy claro es que los primeros deben sobrevivir, para que no perdamos de vista cuáles son nuestros orígenes, cómo nació la civilización humana. También nos recuerdan otros modos de vida, alejados del consumo desenfrenado y la cultura de la rapidez y la infelicidad que predomina en las sociedades contemporáneas. En los pueblos todo va a otro ritmo, y somos muchos y muchas los que necesitamos unos días en este ambiente tranquilo para sobrevivir al estresante mundo que nos acecha.

Dicen que fusionar pueblos responde a los intereses de austeridad de los gobiernos. Si es así, ¿por qué no se proponen otras soluciones más eficaces? Hablo de Diputaciones inefables que perfectamente podrían dejar de existir sin que nadie se diera cuenta, de rebajas de sueldo a las autoridades, de altos cargos y asesores que cobran del erario público o de la salvación económica de las entidades financieras a costa de los que verdaderamente pagamos la crisis: los ciudadanos de a pie. Si tienen dignidad, respeten a los pueblos, porque son la cuna de nuestra identidad. Destruirlos será destruir nuestros orígenes, las tradiciones y un pedazo de nuestra historia colectiva. Las comunidades de habitantes legítimamente constituidas tienen el derecho a contar con un autogobierno que les permita ser mínimamente decisorias de lo que pasa en el entorno más cercano. El futuro está en la descentralización, no en la centralización. La riqueza –y no hablo de riqueza precisamente económica- está en la diversidad.

lunes, 14 de junio de 2010

Decisiones

El miedo a la muerte es algo con lo que todo ser humano nace. Nadie escapa a la incertidumbre que genera la llegada de la parca. Una desidia con la que debemos cargar toda nuestra vida, de manera irremediablemente. De ahí que ese miedo a la muerte generalmente se asocie con un miedo agudo a la vida. Porque si algo tienen en común esas dos palabras que parecen victimas de un dualismo irreconciliable es el gran parecido que con llevan. Vida. Muerte. ¿Qué serían la una sin la otra? La segunda es lo que nos separa de la primera. Y la vida es la que encierra la clave para entender lo que significa la propia palabra “muerte”.

Muchas personas viven una muerte en vida cotidiana, como consecuencia de toda la esquizofrenia aparejada al acarreo de la conciencia de que todos pereceremos algún día. En última instancia, pensar continuamente en que vamos a morir conlleva una parálisis nerviosa tal que nos impide ejercer la libertad plena en nuestras acciones. Condicionados por las expectativas de poder desplegar todos los ambiciosos planes que tenemos antes del fin de nuestros días, pasamos las horas agónicas incapaces de tomar las decisiones pertinaces en cada momento. Y es que el miedo a la muerte está íntimamente relacionado con el miedo al cambio. Las consecuencias son claras: inseguridad, miedo a perder lo existente, a generar unas nuevas condiciones que tememos.

El franquismo hizo a la sociedad extremadamente conservadora. Los españoles y las españolas temían el cambio porque el régimen dictatorial les había garantizado una extremada seguridad exenta de conflictos. La represión política había terminado con todo tipo de confrontación ideológica y se configuró la idea de que la dictadura entrañaba el progreso económico. A cambio de seguridad, muchos y muchas están dispuestos a entregarlo todo. Incluso sus vidas. Hoy más que nunca, tememos la inestabilidad, el desconcierto, miedo a no tenerlo todo atado y bien atado. La inseguridad es una cosa moderna, como diría Bauman. Pese a que los índices de delitos son más bajos que nunca, percibimos a ésta como la sociedad más insegura de cuantas ha existido.

Es en cuanto superamos el miedo a la muerte cuando realmente comenzamos a vivir en libertad. Porque nos damos cuenta de nuestro potencial real. Nos olvidamos del futuro y vivimos el presente. Dejamos al azar ciertos elementos, al ser conscientes de que no podemos tenerlo todo bajo control. Tomamos decisiones realmente movidos por lo que nos conviene, y no por el pánico que genera un cambio en la estabilidad de las apacibles vidas que nos gobiernan. Lo nuestro no es sólo miedo a equivocarnos, sino a perder el control, a encaminarnos a la autodestrucción. Una destrucción en la que nos sumimos, en cambio, cuando nos resignamos a tomar decisiones y dejamos pasar todo porque una estabilidad en el presente. Con ello, lo único que conseguimos es agravar el problema y crear insatisfacción a largo plazo. En ese momento, no somos libres. Es nuestro miedo quien gobierna nuestros actos, postergando indefinidamente la libertad en aras de mantener el orden y la paz presente en nuestro día a día.

martes, 8 de junio de 2010

Una sociedad insociable

Después de tres años viviendo en el mismo piso, me he dado cuenta de que no conozco a los vecinos de mi mismo portal. Y no me refiero a conocer interiormente, sino que jamás los he visto. Sé que enfrente viven personas de origen chino, pero jamás he coincidido con los que viven en el resto de los hogares del piso. Sé que existen: oigo sus voces, sus lamentaciones, sus músicas y olores. Pero para mí no existen como presencia física con forma humana. No hay nada más allá de las paredes de mi hogar. Y eso podemos extrapolarlo al conjunto de nuestra sociedad: continuamente coincidimos con extraños. Todos son extraños a nuestro alrededor: gente con la que compartimos espacios físicos (autobuses, ascensores, etc.) y poco más.

En el tren, vivimos con la agónica esperanza de que nadie se nos acerque y entable una conversación con nosotros. Lo nuestro es sumergirnos en pensamientos propios, soliloquios monótonos donde no hay más existencia ontológica que la nuestra. Nos ausentamos de un mundo que intuimos ajeno, clavándonos los auriculares en los oídos o sumergiéndonos entre las páginas de un libro. Al fin y al cabo, los desconocidos no son más que desconocidos. Poca comunión podemos sentir hacia ellos, y preferimos que se sienten, cuanto más alejados peor. Cuando no estamos trabajando o estudiando o con los amigos o la familia, lo nuestro es la evasión. Llegamos a casa y automáticamente enchufamos la televisión o hacemos lo propio con Internet. Los hogares son constelaciones privadas donde nos ahogamos en nuestra más estricta soledad. Y lo peor es que estamos orgullosos de ellos.

Nos enorgullece llevar una vida privada, aislarnos del mundo y vislumbrarlo desde fuera, pero somos incapaces de involucrarnos en nada. Por eso los encuentros en sitios reducidos –como ascensores- con gente desconocida se hacen tan incómodos. No estamos acostumbrados. Lo nuestro es que nos dejen nuestro espacio. Pero claro, todo se tambalea cuando interviene algún fenómeno que hace poner en peligro la realidad. Cuando nos ocurre algo y no sabemos a quién contárselo, porque, bien mirado, no conocemos a nadie lo suficientemente bien. Cuando necesitamos a alguien de confianza para un problema puntual. Ahí es donde la sociedad pincha. Al fin y al cabo, la nuestra es una sociedad insociable. Vivimos con la colectividad, pero, en la práctica, esta se nos antoja ajena, desconocida, una mera entidad carente de sentido con la que compartir espacio físico y poco más.

Pero todo esto no fue siempre así. El individualismo moderno es autodestructivo, fruto de los intereses neoliberales, que priorizan siempre lo privado por encima de lo público. Ahora, en momentos de crisis, los políticos llaman a la unión nacional. A la austeridad, dicen que debemos esforzarnos para salir conuuntamente de la mala situación económica en la que ha dejado el país las malas prácticas políticas y financieras, de las que nosotros, el pueblo llano, poco tenemos que ver. “Esto sólo lo arreglamos entre todos”, dicen.

Después de haber fomentado la desmovilización, después de practicar la retórica del consumo y el aislamiento. Después de calificar la propiedad común como aberración y jalear al oír la palabra “propiedad privada”. Al final, somos frutos de nuestros pecados. Nos lo tenemos bien merecidos. Atrás quedó la filosofía del apoyo mutuo, consustancial a la naturaleza humana. Una naturaleza que ha sido exterminada, hemos sido arrancados de nuestra capacidad para sembrar el bien ajeno tanto como el propio. Pero ahora sólo miramos por nuestros intereses.

Cuando aparece algún “buen samaritano”, todos desconfían. “Algún interés oculto habrá tras sus acciones”, comentan. Si no nos fiamos de nadie, ¿cómo vamos a salir de esta? Si despotricamos contra aquellos que hacen huelga porque afectan a nuestros intereses, ¿cómo va a haber comunión nacional? Lejos estamos de pensar que, en realidad, formamos parte de un todo, de una colectividad activa que mira hacia el futuro y es capaz de cambiarlo, moviéndose hacia el bien común. Mientras haya clases, mientras haya poderosos, mientras haya pobres, mientras haya esclavos, mientras haya capitalismo, nada de eso será posible. ¿Seremos utópicos activos y desearemos lo imposible o, por el contrario, continuaremos en nuestra tónica de pasividad, encaminándonos hacia la destrucción total? He ahí el dilema de la raza humana.

lunes, 31 de mayo de 2010

T.D.T. = Teleapología Digital del Totalitarismo



Hay noches en las que, por determinadas circunstancias, uno no tiene otro remedio que quedarse pegado al televisor. Invadido por el tedio de un día agotador y con una cabeza soñolienta posada infranqueable encima de las rodillas, esta es una de esas veces en las que el alma no obedece las instrucciones de la mente, y prefiere hacer yacer al cuerpo en su calmado reposo. La fuerza irradiante de la pantalla catódica resulta idónea, por otra parte, contribuyendo a ese estado de adormilamiento cerebral.

Pues bien, fue entonces, más concretamente el viernes por la noche, cuando descubrí el estercolero en el que se ha convertido la llamada Televisión Digital Terrestre; al menos, para los que tenemos la desgracia de vivir en el País Valenciano. Y es que, he de confesar, el casero al que religiosamente le pago el alquiler de mi piso todavía no ha tenido el gusto de arrimarse por él para instalarme el aparatito en cuestión –tampoco es que lo eche en falta-. Por eso, tiene que ocurrir la circunstancia de visitar otro hogar diferente para “ponerme al día” sobre cómo está el asunto.

Lo que descubrí fue, repito, que la televisión se ha convertido en el gran macrovertedero de la caverna mediática española. El hecho de que fuera la Generalitat Valenciana quien adjudicara los canales de TDT pronto terminó por pasarnos factura. Popular TV, Intereconomía, Las Provincias TV, Sí Radio... Decenas de cadenas semifascistas han terminado por imponerse en el escenario televisivo, tendiendo los tentáculos de la cultura fachoide a la sociedad valenciana –ya bastante perjudicada de base-. Sin a penas presupuesto, estos canales se debaten entre cutres tertulias políticas con escaso fundamento documental e informativos manipulados con nulo rigor constructivo. Si Goeebles levantara la cabeza, se llevaría el mayor de los goces terrenales, al comprobar como su teoría de la propaganda nazi ha logrado calar hasta en las sociedades democráticas.

Salto de un presentador argentino que despotrica sin ton ni son contra los sindicatos, haciendo apología de la desgracia. Porque esta gente es así: cuánto peor esté España con gobierno “socialista”, mejor para ellos. Efectuar el mercadeo político con el sufrimiento de las familias a base de un populismo consistente en exagerar todo lo malo “cuánto más mejor” es una de las tónicas dominantes en este tipo de basura programada. Son las desgracias que los mismos conglomerados mediáticos prefieren obviar cuando la derecha está en el gobierno.

La razón es sencilla. Uno podría pensar: ¿de dónde salen tantas cucarachas de extrema derecha? ¿Quién paga el sueldo de tantos pseudofranquistas en potencia? Está claro: empresas afines a toda suerte de directivos populares, que abarcan la completa gama de tonos azulados. Cuando gobierna el PSOE, a las empresas no les va mal. Pero podría irles mejor. Los empresarios y sus organizaciones bien lo saben: no hay nada como una política neoliberal y conservadora como para conseguir maximizar sus beneficios. El objetivo entonces es claro: machacar como sea a la izquierda, aunque sea cargándose toda suerte de deontología periodística.

Y es que si a estos canales les sumamos los que ya teníamos, en analógico, el panorama es desolador. Telecinco, Antena 3, Canal 9, Telemadrid... Lo extraño, teniendo en cuenta tanta propaganda derechista en televisión, es cómo el Partido Popular puede seguir en la oposición (o quizás sea un dato que diga muy poco del poder de influencia de estas cadenas). Sea como sea, lo cierto es que cada vez nos alejamos más de lo que debería ser una televisión de calidad. La pública se halla en claro retroceso, viendo peligrar la oferta de contenidos, mientras las privadas se depredan unas a otras en grandes conglomerados mediáticos. Con la llegada de lo digital, la calidad ha disminuido, y la mierda –con perdón- está ahora más dispersa. No es de extrañar, por lo tanto, que, frente a la dictadura de la televisión, que nos condena a ver lo que unos directivos prefijan en sus programaciones diarias, cada vez gane más terreno la red como plataforma audiovisual por excelencia. Si esto continúa así, la televisión habrá desaparecido en una década.

En la pantalla, un supuesto moderador con aires de grandeza. Su pelo no podría estar más engominado. Verdaderamente, parece un descendiente directo de José Antonio Primo de Rivera. Le acompañan un periodista progresista y cinco conservadorxs. El primero está totalmente perdido, asfixiado por las pullas de sus compañerxs y el silencio cómplice del presentador, que no amaga su ideología ofreciendo turnos de palabra. Zapatero es el culpable de todos los males: desde la bomba de Hiroshima hasta la erupción del volcán islandés. El caso Gürtel, como el 11-M, toda una invención propiciada por la coalición entre el gobierno y la policía nacional. Atacado por profundas carcajadas ante el espectáculo que ven mis ojos, apago el televisor. Definitivamente, El gato al agua, programa de las noches de Intereconomía, cada vez se parece más al Club de la Comedia.

domingo, 23 de mayo de 2010

De censura comunicativa a nivel comarcal



La pasada semana, la Plataforma No al Macroabocador de Llanera denunciaba censura por parte de algunos medios de comunicación comarcales. En concreto, citaba a dos: La Costera TV y Canals Radio. La cadena comarcal, por no haber cubierto una charla multitudinaria celebrada en Llanera sobre el vertedero y por otra serie de desplantes. En cuanto a la radio de Canals, por no haber querido contratar una cuña anunciando la manifestación del pasado sábado, excusándose en que, para la publicidad no comercial, hacía falta el permiso del alcalde. Una condición absolutamente sorprendente en un régimen democrático. De repente, como si nos retrotrajéramos al franquismo, se necesita el permiso de la autoridad competente para un simple anuncio de radio en favor de la movilización ciudadana.

Pero no sólo esos dos medios no hacen todo lo que debieran en relación a una movilización popular de tal calado como es la que se opone al proyecto de macrovertedero en Llanera. Podrían citarse muchos otros que prefieren “pasar” del tema, hacer oídos sordos ante el clamor popular. En relación a las críticas de la Plataforma a La Costera TV por adoptar precisamente esta actitud, su director se excusó en una carta explicando que “no es la obligación de la cadena cubrir todo acto ciudadano”. Y es que la verdadera censura sucede cuando se silencian o minimizan los hechos repetidamente. El auténtico ataque a la libertad de expresión se produce cuando las cadenas comarcales desoyen la voz del pueblo, la de la opinión pública, de la cual –no hay que olvidarlo- se sustentan.

En esas estamos. El modelo comunicativo local actual está configurado en su mayoría como un altavoz del poder y de los partidos políticos que gobiernan. Como fieles servidores de las autoridades competentes, se dedican a ejercer de fieles propagandistas. Están allá donde se les necesita, persiguiendo al alcalde de turno como perros lazarillos, ya sea inaugurando calles o plazas. No se pierden ningún acto. Para los apasionados del verdadero periodismo, esa actitud resulta lamentable. De nuevo, nos retrotraemos al Nodo franquista, cuando las únicas noticias reseñables pasaban por la inauguración de pantanos y por dónde iba a pasar el caudillo sus vacaciones. Pero bien sabemos que esto no es periodismo, es propaganda institucional con el único fin de conseguir alguna futura victoria electoral.

Por eso está fracasando la TDT y los servicios comarcales y locales de las televisiones y radios. Se nos dijo que era la última panacea, el último avance para acercar al espectador la actualidad de su entorno. Nada más lejos de la realidad: estas cadenas han fracasado, y se debaten entre el malgasto de las subvenciones públicas y la debacle económica. El pueblo se siente desatendido, como siempre, no se ve representado en estos medios de comunicación. Lo que demandan los vecinos son televisiones y radios donde su voz se oiga como la que más, sintiendo que son parte de algo. Un sueño que, a día de hoy, parece inalcanzable. Tanto los medios masivos tradicionales como los nuevos se hallan sujetos a diversos intereses político-empresariales que condicionan sus respectivas líneas editoriales, teniendo que desoír en demasiadas ocasiones a la opinión pública.

Es en ese contexto, es donde los medios digitales pueden encontrar un filón. Acercándose a las protestas y reivindicaciones de los vecinxs respecto a su territorio, la democracia y el periodismo saldrían ganando. En efecto, vivimos en la sociedad de la información, pero muchxs viven de espaldas a sus convecinxs. Estoy seguro de que la manifestación del sábado contra el vertedero pudo haber sido mucho más mayoritaria. El individualismo de muchxs pasa factura al resto. Pero más allá de las típicas consignas de que “la gente no se mueve”, cabe preguntarse si, en el caso de que verdaderamente existiesen en nuestras comarcas más medios que atendiesen las demandas ciudadanas, las convocatorias de la Plataforma no serían más mayoritarias. Ante tal panorama, sólo cabe una pregunta a hacerse y es si realmente nos sentimos bien informados o no.

lunes, 17 de mayo de 2010

La estela de un cantautor inmortal


Un torbellino artístico arrasó este fin de semana el Gran Teatre de Xàtiva. Los años no pasan para él y su música. Escuchándolo, cualquiera diría que su voz se ha mantenido infranqueable desde aquellos míticos recitales en medio de la agonía franquista. La llama combativa sigue ardiendo en su interior. A sus setenta años, Raimón no conoce de derrotas, lo suyo es una continúa pugna contra los elementos. Es la viva imagen de los antiguos héroes: esos que eran inmortales y salían siempre airosos. La cançó del cantautor de Xàtiva será siempre nova y, con ella, continuará teniendo siempre los mismos componentes asociados: la protesta como forma de composición, la lengua como manera de expresar la propia identidad.

Tampoco ha perdido el sentido del humor. Entre canción y canción, sus intervenciones estuvieron caracterizadas por sembrar las risas entre los asistentes, incluso en el momento en el que un error le llevó a tener que recomenzar una de las canciones interpretadas. Pero no pasó nada, Xàtiva se lo perdona todo –como gritó un espectador desde las alturas-. Y, sobre todo, lo que más congracia es comprobar como Raimon sigue siendo el mismo de sus comienzos, el poeta del pueblo, situado a la misma altura que sus congéneres, y no por encima. No hay rastros de engreimiento ni de soberbia en él, como en tantos otros artistas de su generación y posteriores. Es consciente de que si ha llegado hasta donde ha llegado, es gracias al público fiel, y a ellos se lo debe todo.

Fue elegante también eludiendo entrar en las estériles disputas políticas que precedieron su recital. Los partidos políticos ansían hacer mercadeo con todo aquello de lo que puedan extraer votos. Raimon no es una excepción. El inefable alcalde de Xàtiva se negó a hacerle un homenaje como toca: ni medalla de oro ni calle en su nombre. A toro pasado, eso poco importa. Da igual porque el mejor reconocimiento hacia el artista es el que se le ofreció dentro del teatro. Es el público el que debe homenajearle, y no una autoridad política. La cultura encuentra su base, su razón de ser, en el pueblo llano, no en ninguna elite. La elite es más bien inculta, prefiere lo deslavazado, la ignorancia de la ciudadanía. Qui ja ho sap tot que no vinga a escoltarme, reza una canción de Raimon. Nada más esclarecedor para entender al incombustible poeta.

Incombustible porque, a su edad, ha ofrecido tres recitales en dos días. Otro rasgo más que elogiar para ensalzar su figura, junto a esa honradez tan característica que le lleva a ponerse nervioso a la hora de hablar ante el auditorio, con esas 800 miradas penetrantes clavadas en su persona. «M’expresse millor cantant», se disculpaba, visiblemente emocionado por el hecho de volver a su tierra, 50 años después de Al vent y ocho años más tarde de la última actuación en Xàtiva.

Y cantó. Cantó y recitó durante más de hora y media, junto con un grupo de experimentados músicos que no fueron motivo de pero alguno. Un recital antológico, en una perfecta mezcolanza de piezas nuevas y reliquias que marcaron la vida de toda una generación. Raimon y su conjunto supieron mantener el ritmo de la actuación, que no decayó en ningún momento. Los minutos finales fueron un castillo de fuegos artificiales. La selección de piezas, absolutamente encomiable, deleitó a los espectadores y las espectadoras con las canciones más conocidas, esas que marcaron una época. Casi por obligación, como la obligación de todo experimentado artista al que le acompaña el repertorio de sus inicios. Pero Raimon disfrutó, gozó viendo a la gente gozar y se despidió. La tierra que lo vio nacer ya llora de nuevo su partida, pero, como siempre, espera que pueda volver lo más pronto posible, como reza otra de sus canciones.