martes, 30 de noviembre de 2010

El verdadero rostro de la diplomacia internacional


La filtración de miles de documentos secretos que afectan a la diplomacia estadounidense supone el mayor hito en defensa de la transparencia de la historia. Gracias a Wikileaks tenemos, por primera vez, acceso al verdadero rostro de la geopolítica a nivel mundial. Assange ha desenmascarado la falsedad que subyace en el fondo de las relaciones entre las principales potencias y nos presenta cómo se mueven verdaderamente en el tablero de ajedrez internacional. La política de exterior estadounidense al descubierto, sin ambages. ¿Cuántos defensores de los derechos humanos habíamos soñado con este momento?

Que los embajadores internacionales del país norteamericano ejercieran prácticamente de espías en favor de los intereses estratégicos del país que ahora gobierna Obama no sorprende demasiado. No sucede lo mismo con casos puntuales que conectan las instituciones estadounidenses con un aparato propagandístico inmenso que opera en favor del imperio yanqui. La revelación de que la diplomacia estadounidense afincada en territorio español actuaba en connivencia con la justicia patria con tal de beneficiar a los intereses de la gran potencia causa escalofríos. Que el fiscal del Estado de un país deje boicotear diversos procesos judiciales porque el aliado norteamericano lo pide –con la complicidad del gobierno de Zapatero- no deja de resultar insulso y pone al descubierto la escasa relevancia de España –socavada totalmente en su soberanía- en el panorama global.

En efecto, como muchos ya sospechábamos, las altas instancias de la justicia española tuvieron un papel clave para paralizar el proceso condenatorio contra los tres militares estadounidenses que asesinaron a José Couso en 2003 mientras se encontraba filmando en el Hotel Palestina. Couso es el paradigma de la “libertad de información” que teóricamente promulgan las potencias del bloque occidental. Sometido a una muerte injusta en medio de una guerra injusta y olvidado en los legajos administrativos de la justicia española. En efecto, España deberá responder qué papel tuvo el embajador estadounidense y el fiscal del Estado en el boicot al enjuiciamiento contra los criminales que asesinaron a Couso. Es por asuntos como este por los que la justicia española se ha ganado a pulso, en los últimos años, su deslegitimación más absoluta. Se trata del colmo de la partidización absurda de los jueces y da una buena muestra de que, cuando hay grandes intereses en juego, los derechos humanos se desvanecen en el apartado de los “daños colaterales”. ¿Qué es un Estado de Derecho si la justicia no funciona a derechas?

Igual de mal parados son unos políticos que terminan ganándose a pulso también la desafección cada vez más aguda que les profesamos lxs ciudadanxs. Con las filtraciones queda totalmente demostrado lo bien que dominan el “arte de la mentira” gobernantes de la talla de Rubalcaba. Actuar distintamente de cara a la galería y a la hora de la verdad entra dentro del manual del buen político. De cara a la galería, todos los países miembros de la Unión Europea mostraron su repulsa a Guantánamo. Se avivaron en condenar a viva voz las torturas y la injusticia emanada de la encarcelación de los presos allí arracimados. La opinión pública escuchaba orgullosa esos mensajes de paz y concordia que demostraban que la Unión Europea tenía vocación de convertirse en una gran superpotencia defensora de la legalidad internacional. Nada más lejos de la realidad. Una realidad que nos muestra ahora Wikileaks: ningún país europeo quiso aceptar acoger presos de la cárcel de Bush desinteresadamente.

¿Por qué? Los votantes podrían cabrearse con ellos. Zapatero no fue menos. Convertido en uno de los mayores acicates del gobierno Bush, no dudó en amilanarse a la hora de verdad y ha terminado acogiéndose al mercadeo de los presos que se ha impuesto en todo el mundo: como todo en las relaciones internacionales, ellos también valen dinero. Por cada uno que acogemos, nos hemos embolsado 85.000 euros y las reticencias generadas en toda Europa explican el por qué del retraso del cierre de Guantánamo, otra de las promesas incumplidas (de momento) del presidente Obama. ¿Es esa la justicia y la cooperación que defienden las naciones democráticas europeas de puertas para afuera?

El gran acierto de Assange y su Wikileaks es la valentía con la que ha emprendido una acción que bien se merece todas las distinciones. Sin duda, barrer la suciedad que impregna las relaciones internacionales y volver transparente lo que nuestros mandamases se esfuerzan por mantener en la opacidad, es la mayor labor que se le puede pedir a un periodista.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El derrumbe del Tigre Celta

Los mercados han dictado sentencia. Hay que asesinar al Tigre Celta. El neoliberalismo contempla compungido como la niñita de sus ojos se ha derrumbado, pese al espectacular crecimiento económico que Irlanda deparó en la última década. Los círculos conservadores ponían al país como ejemplo: era un milagro, una consecuencia de dejar al mercado a su libre albedrío, minimizando la función social del Estado. Grandes multinacionales establecieron en la isla sus sucursales europeos: Google, Facebook o Microsoft se han beneficiado del bajísimo impuesto de sociedades establecido en Irlanda.

Pero la burbuja inmobiliara explotó y la onda expansiva ha resultado brutal –mucho más que en España-. En 2008, el gobierno irlandés inyectó 45 mi millones de euros. Una cantidad nada desdeñable, teniendo en cuenta que la población del país a penas alcanza los cuatro millones de personas. Y no ha sido suficiente. Como siempre en estos caso, son los ciudadanos de a pie quienes terminan pagando los platos rotos de “la fiesta” de los grandes tiburones de las finanzas y las enorme compañías. Para atemperar el déficit que estrangulaba al viejo tigre, la Unión Europea y el FMI han dictado el “Plan Nacional e Recuperación”, que se traduce en el despido de 20.000 funcionarios, la reducción de las pensiones, el aumento de la edad de jubilación a los 68 años, unido a una reducción el gasto social, un recorte en un 10% de los sueldos de los funcionarios y, finalmente, incrementar los impuestos, tanto directos como indirectos. Eso sí, la baratísima tasa que pagan las empresas no se toca, no se vayan a cabrear las multinacionales.


¿Realmente saldrá de esta Irlanda?
Cabe dudarlo. La inyección de dinero por parte de la Unión Europea (mejor dicho, de Alemania) será destinada una vez más a las entidades financieras al borde del colapso. Cuesta creer que los costes sociales del ajuste puedan ser reparados en un plazo más o menos extenso de tiempo. No hay duda de que el Estado del Bienestar se tambalea. La corriente neoliberal que impera se frota las manos. Los mercados financieros sin regulación son una cancha libre para brokers sin escrúpulos y especuladores que no dudan en jugar con los fondos de los pensionarios para utilizarlos en su propio interés acumulativo. Las dudas sobre la solvencia de España se disparan y son los principales beneficiarios de ello. Resulta increíble como la soberanía nacional es violada sistemáticamente por el nuevo capitalismo al que nadie ha sabido aplicar las medidas necesarias como para que no se convirtiera en una fiera titánica contra la que nadie es capaz ya de luchar.

Quienes causaron la crisis ahora se benefician de sus resultados. Empresarios, bancos y seguidores del neoliberalismo disponen ahora de un panorama idílico para imponer su ideario. Todos los países devastados por la deuda y los planes de rescate necesitan ser reconstruidos. Ellos provocan el shock y ellos se encargan de privatizar los beneficios de la operación. Y si no, ¿qué intereses aguardan detrás de medidas como la privatización de las pensiones y de otros servicios públicos? Claro está: será la empresa y no los ciudadanos quienes saldrán beneficiados. El sueño europeo, ese que ejercía de adalid de los pueblos del mundo ha muerto. Un fantasma recorre Europa con paso firme y dejando tras de sí un reguero de pobreza y derechos sociales despedazados. Ahora, cada vez estamos más cercanos de semejarnos a Estados Unidos (con lo que ello conlleva) que a un continente próspero y defensor de los derechos humanos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Con los intereses por delante

31 millones de euros. Es la cantidad que España vendió en armas a Marruecos, el mismo país que ahora evita condenar pese a que sus gobernantes tienen manchadas las manos de la sangre derramada por decenas saharauis (a falta de conocer la magnitud real del genocidio). Del derramamiento es responsable el gobierno español, no sólo por evitar condenar los hechos, sino sobre todo porque la tutela del pueblo saharaui sigue estando en nuestras manos, a falta de que la inoperante Naciones Unidas dicte una sentencia tras más de treinta años de deliberación sobre la voluntad de emancipación territorial de los saharauis.

¿Qué intereses tiene Marruecos en el Sáhara? Fosfatos, pesca y petróleo. Lo suficiente para que, a través de un brillante aparato de propaganda, la mayor parte de la ciudadanía marroquí piense en los saharauis como independentistas violentos y radicales. El mismo aparato propagandístico que ahora, en manos del primer ministro de Rabat, cargue contra los medios españoles acusándolos de manipulación mediática. La independencia no casa con los principios inquisidores de la monarquía de Mohamed VI (por cierto, íntimo amigo de Juan Carlos I) y todo intento de informar es llamado “injerencia” por su parte. No ha ocurrido lo mismo con los medios franceses, mucho más serviles con las políticas marroquíes.

¿Qué intereses tiene España con Marruecos? Los suficientes para que Zapatero los superponga a los derechos humanos cuya bandera tanto ha enarbolado a lo largo de sus dos legislaturas. La hipocresía manda entre la gobernanza mundial cuando lo económico se interpone. Las garantías de una política anti-terrorista y la posición estratégica de Marruecos para contener la inmigración subsahariana (muy efectiva en los últimos años con su política de mano dura en las fronteras) son claves en el conflicto. Por otra parte, España es la segunda inversora en el país africano, sólo por detrás de Francia. Con inversiones por valor de más de 238 millones de euros y 800 empresas afincadas en el país, España ejerce un importante control sobre los bancos y las entidades financieras, que controlan el grueso del sector industrial. Entre las multinacionales españolas, destacan Telefónica, el Corte Inglés, Roca o Indo. El miedo a un deterioro de las inversiones tras otro posible conflicto diplomático sume al gobierno español en la neutralidad.

Las horas pasan. La condena no llega y la incertidumbre no cesa, dada la hábil desinformación con la que está dispuesto Marruecos ha invadir el mercado mediático.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Un cuerdo en un mundo de locos



Visita papal. Menos afluencia de la esperada. Declaraciones incendiarias de Benedicto XVI acerca del excesivo laicismo español. Nuestros gobernantes callan como sólo callan quienes esconden un secreto. Un secreto que no es otro que la Ley de Libertad Religiosa, esa que tanto claman las organizaciones cívicas, las que abogan por una verdadera desconexión Iglesia-Estado. Pero la ley está en el cajón de Zapatero, como tantas otros derechos sociales que se han quedado por el camino de su legislatura. Los españolitos estamos hechos unos ateos. Hoy no andamos quemando iglesias y persiguiendo a los curas, como cuando los fascistas se sublevaron aquel julio de 1936, pero casi. Al menos eso es lo que insinúa el santo padre, ex oficial de las SS nazis. Olvida, o parece olvidar, que si de algo se sustenta la corporación eclesiástica en España es de las cuentas públicas: un 93% de su financiación corresponde a los impuestos de la gente de a pie.

El Papa se va y deja tras de sí un reguero de millones públicos destinados a que su visita goce de un colorido acorde a su evangélica visión. Al día siguiente, estalla el conflicto. Otra de las promesas del cajón, la descolonización del Sáhara, un territorio que hierve como una olla a presión y que termina por estallar. Marruecos aprovecha la distracción internacional para deshabilitar por la fuerza el campamento de El Aaiún. Cerrojazo informativo a los medios mundiales –sobre todo españoles, especialmente críticos- y desinformación masiva del gobierno dictatorial marroquí. Se habla de decenas de víctimas saharauis y de una persecución al más puro estilo de la filosofía nazi. La comunidad internacional mira hacia otro lado. Fracasa una vez más la burocracia de la ONU y decepciona España. Trinidad Jiménez tiene las manos manchadas de sangre. Elude la deuda histórica con los territorios saharauis ocupados y, a modo de avestruz, esconde la cabeza bajo el suelo ante las dificultades.

Una vez más, la crisis demuestra que priman los intereses comerciales a los derechos humanos. ¿Cuánto habría tardado el gobierno español en condenar los hechos si provenieran de países como Cuba o Venezuela? Con Marruecos es diferente, pese a que viole sistemáticamente las reglas del juego, se debe ser más permisivo. Hipocresía a raudales. El gobierno no duda en reclamar a la izquierda abertzale una condena rotunda del terrorismo. Sin embargo, cuando se trata de los asuntos propios, todo cambia. La diplomacia ante todo. Y nuestro rey borbón, de safari por Emiratos Árabes. ¿Habrá tenido ocasión para comentar con su amigo Mohammed VI la crisis con el Sáhara?

Volviendo al “problema vasco”. Jamás había visto a un político de la talla de Jesús Eguiguren, presidente del PSOE vasco. En un mundo repleto de corruptelas, hipocresía y escasa transparencia, la aparición de gente como Eguiguren es acogida por escepticismo entre los medios españoles. Es el ejemplo perfecto de oveja descarriada, de disidente lapidado por ejercer la honestidad y los valores que bien quisiéramos para todos los políticos. Pone en evidencia la rígida disciplina de partido –la misma que hace dormitar los jalones de la democracia- y lanza verdades indiscriminadas que salpican los mismos cimientos de la adormecida sociedad. A los medios y al resto de políticos les incómoda su figura. No saben como actuar ante alguien que se aleja del esquema preestablecido, de ese tablero de ajedrez donde cada bando está perfectamente delimitado bajo una etiqueta calramente identificable. Donde los buenos son los buenos y los malos son los malos. En ese mundo, Eguiguren pone rostro a los terroristas, habla con Josu Ternera de asuntos comunes y nos arroja a la cara algo que nos pone la piel de gallina: los terroristas no son esos monstruos deshumanizados que nos mostraban en la tele; son personas, como nosotros, y reconocerlo es un paso fundamental para avanzar hacia la definitiva solución dialogada y consensuada.

Hay que aceptarlo. ETA se acaba. Negarlo es negar una evidencia. Los partidos no pueden pretender seguir manteniendo una tesis de la que han estado sacando rédito electoral durante muchos años. Ahora toca reformar la ley de partidos y dejar entrar a todas las formas democráticas para que compitan en igualdad de condiciones. Algo que, por desgracia, no se da a día de hoy.